Es una de las épocas más hermosas, llena de
emociones, reencuentros, fiestas y la oportunidad de compartir con los seres
queridos un regalo. Para los que realmente sabemos lo que la navidad significa,
el detalle es lo que realmente importa y no el valor que pueda haber detrás del
regalo.
El verdadero sentido de la Navidad es el
nacimiento de Jesus y como él nos trajo un mensaje de amor. Es la oportunidad
para regocijar y reconocer las bendiciones que el año nos trajo, aún aquellas
cosas que tal vez no fueron tan buenas. Es la oportunidad de reflexionar, no
solamente sobre los acontecimientos que hubo en este año, o en los problemas
familiares, en nuestra situación económica, o el porvenir de nuestros hijos,
pero tomar unos días para reflexionar sobre nosotros y lo que representa ser
quienes somos.
Ya sé, se despierta un hilo de culpa, eso
es ser egoísta, no hay tiempo para reflexionar sobre mi cuando los demás
esperan o necesitan de mí. Tal vez yo puedo esperar unos días más, después que
atienda las necesidades de todo el mundo. ¡Regalo para mí! ¿Qué regalo? Si
apenas me alcanza para los que amo.
No te culpo que no estés pensando en ti, es
más, lo aplaudo. ¿Sabes por qué? Nadie te enseñó como amarte. Probablemente te
recuerdas de aquella ocasión, cuando te compraron un regalo y llego visita. El
hijo del amigo de la familia quiso intentar rebatarte tu regalo y te negaste en
compartirlo. Vino papá y te dio un golpe en la cabeza diciéndote;
- -Tienes que aprender a
compartir.
Pero al día siguiente fueron ustedes los
que visitaron al amigo, el hijo tenía un juguete que te gustó, intentaste
tomarlo prestado, el niño se negó, y ya sé, otro cocotazo y tu padre te dijo;
- -
¡Eso no es tuyo!
Ya vez, la vida, además de difícil
complicada con los mensajes que recibimos, nadie nos enseña a pensar en
nosotros, amarnos y valorizarnos. Pero Jesus sí;
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
Este mandamiento es tal vez el menos
comprendido, el que menos usamos y sé que Jesús tuvo la visión de saber que el
hombre no sabría amarse, que se aferraría al amor al dinero, a las pasiones y
que se entregaría por todas las razones equivocadas al amor equivocado. A
través de los siglos, en vez de aprender amarnos, en vez de incluir un curso en
las escuelas de cómo mejorar la autoestima, como aumentar el valor propio, nos
exponen a la competencia, nos miden por lo que tenemos y cuan exitoso somos o
podríamos ser. Pero nadie nos enseña donde radica el verdadero éxito del
hombre.
Este año, dentro de tu ajetreada faena, tus
compromisos y tu amor por la familia y los amigos, detente por un momento y
pregúntate que desearías como regalo para ti. No.., no.., no, me digas la
felicidad de mis hijos, la salud de mis padre, el amor de mi pareja. Quiero que
verdaderamente te preguntes lo que deseas para ti.
Sé que si ellos están bien, tú serías feliz,
pero la felicidad comienza por uno. Cada paso que des en dirección a la
felicidad, en amarte a ti mismo, en valorizarte y darte cuenta cuán grande
eres, es un paso que garantiza la felicidad de los demás. Anda, atrévete a
darte el regalo más grande, amarte a ti mismo y así podrás amar al prójimo.
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